Vivo en una serie, o en varias.

En mi edificio hay 16 casas, 14 de ellas están habitadas. Es un portal tranquilo. En 20 años solo hemos tenido unos pocos momentos de tensión, como cuando llamó a la puerta de mi casa una mujer que vendía oro. La recibí con mis 100 kilos de magro y la ropa y los guantes de boxeo, descamisado. La mujer reculó, sonrió y se fue. Dos días después estaba detenida y en los periódicos: Era una ladrona de ancianas que había matado al menos a una pobre mujer por asfixia al atarla y amordazarla.

Tuvimos también un butrón, en la tienda de semillas de marihuana de la calle. Entraron por el chiscón de mi escalera. Habían estado taladrado toda la noche sin que nos enterásemos. Poco después la misma tienda sufrió un asalto a mano armada…

Hubo algunos incendios, es verdad. Uno en la croissanterie, otro en un balcón, otro cuando los que hacen fiestas en los tejados tiraron colillas que se engancharon a unas sábanas de los patios…

Una pobre mujer paseaba su esquizofrenia por el portal, asustándonos con su gran altura y la mano siempre dentro de su bolso, sosteniendo algo, y tres ancianas fallecieron en estos años -una de ellas había nacido en el mismo portal, hacía 93 años-.

Una pareja rompió su relación de modo violento, y nos encontramos con él, malherido en el portal después de haber recibido una paliza por encargo.

Sin previo aviso el suelo de un piso «patera», de asiáticos que se dedicaban a la venta de latas, se hundió por el sobrepeso de los carros que colgaban del techo; y los obreros que reformaban viviendas fueron robados dos veces, maquinaria y efectos personales, por dejar el portal abierto a pesar de los avisos. Por lo mismo se llevaron las plantas que decoraban la entrada, pero eran de plástico.

Las fiestas no han parado ni por el COVID, y en el boom de los «airbnb», de madrugada, algunos guiris corrían desnudos y borrachos arriba y abajo por la escalera, llamando a los vecinos. Una tradición que no acabó con la de llamar a los telefonillos, o decorar la puerta con Tags, vómitos, latas vacías, o propaganda.

El jueves, antes de amanecer, alguien gritaba «me han robado», y esta mañana nos hemos despertado con la policía, deteniendo y llevándose esposado al vecino del bajo. Por suerte ya han acabado las obras de la fachada, de casa, y de la calle, pero empiezan las de los patios, la de un vecino, y la del tejado que se está hundiendo.

Mi familia lleva 140 años en el barrio, ininterrumpidamente. Yo vine de Arturo Soria hace 21. No me iría de aquí de ningún modo. Vivo en una serie.

Acerca de Felipe Mellizo

Soy guionista, casi periodista, padre, pareja, ex-golfo, ex-aventurero, comilón, bruto, y seguidor del Atlético de Madrid.
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